martes, 26 de abril de 2011

Análisis de Espectáculo

El Principito
Uno de los clásicos de la literatura mundial del francés Antoine de Saint-Exupéry. (1900-1944) El principito es una obra literaria esplendida, llena de ternura que habla de la amistad y del amor.
Su versión porteña, nos entrega la Cia Moviendohilos, la más importante agrupación de marionetistas de la Región.
La obra utiliza varios recursos del Teatro de Animación, la manipulación directa, las marionetas, la máscara y las sombras. Toda materialidad del trabajo, muñecos y sombras es bien construida y conforma una unidad visual bastante interesante.
Las manipulaciones, por lo general están bien. Por tratarse de un reestreno, algunas aún se encuentran perdidas y principalmente no establecen relaciones entre los personajes.
Al ver el espectáculo no pude dejar de recordar la película de Stanley Donen y la fantástica actuación de Gene Wilder como el zorro. En el encuentro de este personaje con el Principito se encuentra el meollo de la obra, a partir de él, se genera el entendimiento del protagonista respecto de su destino y desencadena el desenlace del drama. La solución de la mascara encontrada por el grupo es buena, pero carece de expresividad.
Los movimientos están sin foco definido. Creo que hay dos momentos distintos en esta relación de personajes que están muy mezclados. El primer momento requiere una relación de frontalidad con la máscara. El espectador necesita más del zorro que el Principito. El cuerpo del actor no logra transportar esta máscara y hacerla viva, necesita trascender el “verse físicamente”. Posteriormente, el momento en que sus miradas se encuentran es muy importante. Para que la escena de la aproximación, que es muy inteligente, adquiera el efecto y la imagen que resume toda la obra. Re mirar esta escena puede ayudar bastante al montaje.
La iluminación es algo confusa, los focos frontales que iluminan los pasajes del Principito por los distintos planetas no funcionan a tan corta distancia de los objetos iluminados. También la ambientación de las escenas frontales parece rara. Volvemos a un problema que enfrentan los grupos que prescinden de la presencia del director. Resulta también difícil la gran tarea – y es loable su intento – de manipular música y luces aparte de los muñecos.
El Principito de Moviendohilos es una obra bella. Resulta confortante ver, principalmente, que las marionetas están insertas en un contexto de drama y no de musicales como más comúnmente las encontramos. Encanta a grandes y chicos. Ojala vuelva pronto a las salas del Puerto.
Luciano Bugmann

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