Cote Rivara teloneó el espectáculo de la noche con una intervención teatral sencilla y hermética llamada “Corazón de Alcachofa”. Un personaje enigmático – una señora mendigo- pero muy reconocible, adentra al escenario bajo un clima de suspenso y muy bien ambientado. Se pasea con un carro, mostrando su rostro con ojos semicubiertos y con un cierto dolor o desconfianza. Luego de dejar caer una biblia, empieza una alabanza y se transforma en una creyente que canta el milagro. Luego, y no sabemos el por qué, distintos personajes aparecen de entre sus ropas, seres que no se sabe a qué vienen ni para dónde van. Siempre con la dinámica de sacarse las prendas de ropa, que son guardadas en el carro, brotan personajes que realizan acciones divertidas, ejecutadas con desenvoltura, con buena expresión vocal, pero sin un sentido aparente. Algunos, más funcionales que otros, hacen su gracia y se dejan invadir por el siguiente. Al final, cuando todo parece recobrar sentido y la actriz retoma el primer personaje, la señora mendigo, vuelve al tono musical y de luz con que comienza la intervención.
Su fisonomía, triste e indiferente a todo lo que pasó, dejaría en el espectador una duda significante al respecto de esta figura. Su posible locura o un simple destape.
Sin embargo, nada acontece. Y esta posible reflexión es destruida con la vuelta de la actriz, al fondo del escenario, desproveída del personaje mendigo y también de bañista. Pero, mostrando ambas vestimentas en actitud receptiva de aplausos. No se pudo identificar por qué el corazón de alcachofa era tan importante de mostrar, lo más rico que viene después de tantas capas.
Su fisonomía, triste e indiferente a todo lo que pasó, dejaría en el espectador una duda significante al respecto de esta figura. Su posible locura o un simple destape.
Sin embargo, nada acontece. Y esta posible reflexión es destruida con la vuelta de la actriz, al fondo del escenario, desproveída del personaje mendigo y también de bañista. Pero, mostrando ambas vestimentas en actitud receptiva de aplausos. No se pudo identificar por qué el corazón de alcachofa era tan importante de mostrar, lo más rico que viene después de tantas capas.
Cia. La Gata Gorda
Luego de “Corazón de Alcachofa”, asistimos al espectáculo “Contigo Clown y Cebolla” de la compañía La Gata Gorda que es un trabajo claro, con un clown que se hace querer. Su notoria semejanza con el tema y escenografía del espectáculo Clown and the City (1), queda solamente en una breve impresión.
Beatriz Yáñez o Betrofilia quiere hablar de amor, necesita encontrar su media naranja. Emprende una serie de divertidas situaciones y resoluciones muy simples, pero llenas de ternura. El trabajo aún carece de una mirada más precisa en la dramaturgia del clown. Su partner, muy buen músico, logra entregar momentos definitivos para llegar a la risa. Sin embargo, es notoria la diferencia del dominio de la técnica de clown entre los dos. Las intervenciones del músico como payaso quedan a medio camino y denotan una cierta incomodidad e incredulidad de parte del actor. Una carga que no es divertida a los ojos del espectador.
El Clown es curioso y, a pesar de no aprender nunca, no parece muy lógico que ella no desee saber lo que contiene el regalo que su compañero de escena le ofrece. Hace falta una situación más convincente y mucho más fuerte para que ella no se deje encantar por el regalo. Esta situación deja una evidencia fuerte del final de la obra. Los tiempos de comedia son justos y casi siempre precisos. Lo que muestra que hay un muy buen material en la obra.
Finalmente, a parte de ver dos figuras femeninas, no se logró establecer un nexo estético entre Corazón de Alcachofa y Contigo Clown y Cebolla.
Beatriz Yáñez o Betrofilia quiere hablar de amor, necesita encontrar su media naranja. Emprende una serie de divertidas situaciones y resoluciones muy simples, pero llenas de ternura. El trabajo aún carece de una mirada más precisa en la dramaturgia del clown. Su partner, muy buen músico, logra entregar momentos definitivos para llegar a la risa. Sin embargo, es notoria la diferencia del dominio de la técnica de clown entre los dos. Las intervenciones del músico como payaso quedan a medio camino y denotan una cierta incomodidad e incredulidad de parte del actor. Una carga que no es divertida a los ojos del espectador.
El Clown es curioso y, a pesar de no aprender nunca, no parece muy lógico que ella no desee saber lo que contiene el regalo que su compañero de escena le ofrece. Hace falta una situación más convincente y mucho más fuerte para que ella no se deje encantar por el regalo. Esta situación deja una evidencia fuerte del final de la obra. Los tiempos de comedia son justos y casi siempre precisos. Lo que muestra que hay un muy buen material en la obra.
Finalmente, a parte de ver dos figuras femeninas, no se logró establecer un nexo estético entre Corazón de Alcachofa y Contigo Clown y Cebolla.
Por Luciano Bugmann
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