jueves, 1 de septiembre de 2011

Análisis de Espectáculo


El Gran Libro de las Leyendas

Carlos Genovese. Actor egresado de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile de Santiago en 1970. Integrante del grupo de teatro ICTUS entre 1980 y 1994. Pionero de la Narración Oral en Chile, es una autoridad, tanto en la Región de Valparaíso como en Chile. Junto a Lorena Carvajal, Actriz y titiritera vienen nuevamente al Teatromuseo presentando el trabajo El gran libro de las Leyendas.
La narración oral es una caricia a la inteligencia y a la imaginación. Parte fundamental del desarrollo del ser humano.

Lorena y Carlos son de pronto entretenidos. Se distinguen entre sí por la composición física de cada uno. Juegan con este elemento y definen bien los roles de cada uno de ellos. Tal como la tradición oral lo requiere, ellos ponen la palabra en el centro de la atención. Y somos muchos los que queremos oír.
La tradición oral se ha modificado y ya no es parte del convívio interno de la familia. Por lo menos, no como rito. La palabra es la expresión de lo que pensamos y somos lo que hablamos. El espectáculo El Gran Libro de las Leyendas, entre otras cosas, remonta el primor de la construcción de personajes y universos placenteros que de apoco nos hemos olvidado.
Qué bueno es verlos hablando de cacas, potos y asquerosidades con la inocencia que hemos perdido a lo largo del tiempo.
La lengua es algo mutable, los adjetivos y objetos pierden y ganan significados distintos. El Hombre siempre – desde que la concibió – se rige por la palabra y sus implicancias.
Ellos establecen una muy buena relación con el público al hablar con la “verdad de cuentero”. Los relatos promueven la posibilidad de escuchar, dialogar y reflexionar. Un verdadero viaje del descubrimiento.
Del punto de vista de la plasticidad de la obra, los actores manejan un gran libro del cual sacan elementos que apuntan los temas de cada cuento. Muy bonito, pero poco explorado. Si bien es cierto que el centro del espectáculo es la palabra, los objetos con que trabajan están y por lo tanto debieran ser mejor utilizados a fin de transformarlos en elementos dramáticos más potentes y no sólo adornos.
El mayor logro de El Gran Libro de las Leyendas y de la narración oral en sí, es la posibilidad de reaprender a escuchar y por sus propios medios, construir imaginativamente el universo que se propone con ello.

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